Compartir:
Dejaron sus comodidades para llevar ayuda humanitaria a países con conflictos armados y desastres naturales. Hoy Daniela y Rodolfo comparten su historia.

 

Los habitantes vivían en casas frágiles, que muchas veces eran destruidas por monzones; no tenían agua ni electricidad y se encontraban en condiciones precarias, sin oportunidades de desarrollo.  Cuando Daniela y Rodolfo vieron este panorama, supieron que su trabajo humanitario había empezado.

Fueron recibidos por la alegría y el entusiasmo que identifica a la comunidad, así como por el calor y la alta humedad que caracteriza a la región. A simple vista, los jóvenes esposos reconocieron las necesidades que tenían los habitantes de Monrovia, capital de Liberia.

Rodolfo Arce y Daniela Villacreces empezaron así una aventura que duraría cinco años, al entregarse a la tarea de ofrecer ayuda humanitaria a través de ONG’s que asisten a personas en países con crisis, conflictos armados y desastres naturales. Para esta pareja que tiene 10 años de matrimonio, recordar esta experiencia que vivieron juntos es revivir cada detalle, sacrificio y desafío que tuvieron durante su voluntariado. Pero también es recordar a cada una de las personas que compartieron junto a ellos y que hoy son parte de una vivencia que se convirtió en ‘’los momentos más felices de sus vidas’’.

“Fue difícil tomar la decisión, porque Rodolfo estaba trabajando en una empresa  que le ofrecía varias oportunidades y la propuesta se perfilaba muy bien’’, recuerda Daniela, pero asegura que luego de varios meses, movidos por la fe, decidieron iniciar este voluntariado que los llevó a Liberia, en la costa oeste de África.

El comienzo de la misión

Llegaron en el 2006 al Servicio de Jesuitas Refugiados, una ONG de la Compañía de Jesús, con el anhelo de atender las necesidades humanitarias que existían en Liberia luego de superar un conflicto civil que se extendió por 25 años. Este país enfrentaba una alta tasa de desempleo, escasez e inflación. Todos los productos eran importados y en los mercados no se encontraban alimentos porque los campos habían quedado vacíos por la guerra.

Al principio, fue un desafío adaptarse; tenían electricidad por algunas horas y el agua que utilizaban era recogida de un pozo, “el hecho de vivir así era para nosotros no ser ajenos a la realidad que atravesaba en ese momento el país. A veces, incluso, nos daba vergüenza porque vivíamos mucho mejor que las familias de ahí”, asegura Rodolfo.

“Uno tiene que aprender a no acostumbrarse a ver este tipo de situaciones; es difícil, pero tampoco tiene que ser algo superficial, para que el dolor humano no se convierta en algo normal”.  Rodolfo

A pesar de todo, les entusiasmaba la idea de ayudar a personas en situaciones vulnerables, cada uno desde su profesión. Rodolfo era encargado de la logística de los proyectos que desarrollaba la ONG, mientras que Daniela tenía a cargo el monitoreo de los programas.

 Se alojaron en un campamento cerrado junto a voluntarios de otros países con los recursos necesarios para el día. Antes de iniciar su jornada asistían muy temprano a Misa, pues para ellos «era como nutrirse para llevar el trabajo”.

Su equipo también estaba conformado por habitantes de Monrovia. El trabajar de cerca los ayudó a entender la dura realidad que atravesaban diariamente. Eran personas que habían sufrido las consecuencias de la guerra, algunas habían sido mutiladas y otras violadas, muchas pasaban hambre y con suerte tenían una comida al día: arroz con aceite de palma. Rodolfo recuerda que al escuchar estas historias a sus colaboradores se preguntaba: ‘’¿Cómo les voy a exigir a ellos que hagan este trabajo de la forma en que uno está acostumbrado?”. Fue así como, poco a poco, comprendieron de cerca la realidad de Liberia y su gente, lo que los ayudó a ser más sensibles ante el dolor humano y flexibles con sus colaboradores.

Trabajando juntos por los más necesitados

Compartir esta vocación de servicio dentro de la organización causó asombro entre los voluntarios, pues las personas involucradas en este tipo de trabajo suelen ser solteras, por las exigencias y los riesgos a los que se exponen. “A mucha gente le cuestionaba esto porque cuando vas solo a hacer ayuda humanitaria uno se las arregla y no tienes nada que te ate si algo te llega a pasar”, explica Rodolfo. 

Trabajar juntos les permitió ser testigos de la dura realidad que existe fuera de Ecuador. Sin embargo, luego de dos años de experiencia en Monrovia, Daniela tuvo la oportunidad de ir al Congo a participar de un proyecto de salud. Fue un año de desafíos para ambos, pues el territorio atravesaba un conflicto armado y muchas veces comunicarse por teléfono se convertía en un reto. “Nos extrañábamos muchísimo, pero estaba muy agradecida con él porque yo escogí esta carrera y Rodolfo siempre me apoyó, si no hubiera contado con él no me hubiera ido”, afirma Daniela.

Terminado su año de trabajo en el Congo, recibieron la noticia del terremoto que había ocurrido en Haití. Una nueva ONG les propuso ir a Puerto Príncipe al conocer su trayectoria en Liberia. Se pusieron al tanto de las necesidades que habían en ese momento en la isla y en marzo del 2010 viajaron a Haití, dispuestos a continuar con el trabajo humanitario, luego de 3 años de servicio en África.

Más cerca de casa

Tras la experiencia de trabajo en una post guerra y en un conflicto armado, ahora se encontraban en un tercer escenario: un desastre natural. No era el mismo contexto de inseguridad ni de guerra, pero la magnitud de los daños era enorme y las necesidades infinitas. Permanecieron durante 2 años trabajando con jornadas de más de 8 horas diarias, pues  estaban en una época de reactivación de huracanes construyendo casas para 300 familias.

Cansados pero contentos, regresaron a Ecuador tras 5 años de voluntariado. “Ya habíamos ampliado varios plazos y queríamos que la familia comenzara a crecer’’, comenta Rodolfo. Y fue así como luego de unos meses nació “Mati”, que pronto cumplirá dos años.

Rodolfo y Daniela, actualmente, continúan entregando ayuda humanitaria desde sus trabajos, y a través de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX), agrupación a la que pertenecen y donde atienden a familias en situaciones vulnerables.

A pesar de toda la ayuda que entregaron, ellos se consideran beneficiados con el trabajo que realizaron. “Uno piensa que estaba haciendo algo por ellos, pero en realidad yo siento que el regalo me lo dieron a mí, porque esto me ayudó a sensibilizarme más frente a la realidad que hay en el mundo”, explica Daniela. Ambos recuerdan esta vivencia como si hubiera sucedido ayer, recuerdan con cariño las culturas que conocieron, y esperan algún día, junto a sus hijos, repetir esta experiencia que dejó una huella en sus vidas.

 

¿Quieres ser parte de una ONG y dar ayuda humanitaria?         ReliefWeb es un portal de las Naciones Unidas donde varias agencias y ONG’s publican ofertas de trabajo para todo tipo de profesiones y para quienes deseen ser voluntarios en países que atraviesan crisis humanitarias. Este sitio web, además, comparte las últimas actualizaciones sobre conflictos armados y desastres naturales que ocurren para mantener informados a los voluntarios de todo el mundo. Su página web es www.reliefweb.int

 

Por María José Tinoco
Estudiante de Periodismo

Compartir: