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El hambre infantil es una gran verdad que no se puede ocultar… es una crisis de salud mundial que hay que afrontar y no tapar con un dedo.

El mundo está atravesando una epidemia de hambre abrumadora, agravada por la pandemia mundial. Si bien el hambre afecta a personas de todas las edades, devasta nuestra población más vulnerable: los niños.

Según UNICEF, la desnutrición causa casi la mitad de todas las muertes de niños menores de cinco años. Esta crisis mundial es un problema demasiado grande para que lo resuelva un solo segmento de la sociedad: exige los esfuerzos combinados del gobierno, las organizaciones sin fines de lucro y la comunidad de negocios.

Durante décadas, los gobiernos trabajaron en forma independiente para enfrentar el desafío externo. Las organizaciones no gubernamentales (ONG) trabajaban con presupuestos ajustados para garantizar la entrega y distribución de los cargamentos, pero incluso sus esfuerzos se ven constantemente afectados por las ineficiencias generadas por la corrupción, la cadena de abastecimiento y los gobiernos.

El impacto del hambre en los niños puede tener consecuencias para toda la vida, ya que la inseguridad alimentaria está asociada a retrasos madurativos en niños pequeños, problemas de conducta, riesgo de enfermedades crónicas y rendimiento académico más bajo.

La actual pandemia agrava la situación porque el deterioro económico redundó en índices de desempleo más altos y en el cierre de escuelas y programas de comedores escolares.

 

 

Cifras reales

Este año, 132 millones de personas se sumarán a la lista de la población mundial con inseguridad alimentaria. En los Estados Unidos, las probabilidades de dejar de pagar el alquiler, no contar con dinero suficiente para alimentos y quedar desempleado son más altas en los hogares monoparentales con hijos a cargo de madres solteras. Los bancos de alimentos están realizando grandes esfuerzos para llenar ese vacío, pero la demanda supera ampliamente la oferta.

En todo el mundo, los niños a menudo comen en la escuela porque no tienen acceso a alimento suficiente en su casa. El Programa Mundial de Alimentación informó que, en el mundo en desarrollo, 66 millones de niños en edad escolar primaria asisten a clase con hambre, lo que afecta significativamente su capacidad de aprendizaje. Se estima que las comidas y los refrigerios que ofrecen las escuelas satisfacen dos tercios de las necesidades nutricionales diarias de los niños.

 

 

Ésta es nuestra realidad. Pero no debemos aceptarla. Ni podemos aceptarla.

En vistas del aumento diario de la cantidad de niños que sufren hambre, las compañías, las organizaciones sin fines de lucro y los gobiernos deben ponerse a la altura de las circunstancias para resolver este increíble desafío.

Urge encontrar soluciones a estos desafíos cada vez más grandes, incluyendo la necesidad de promover el acceso a una dieta saludable y sustentable, y facilitar las conductas para lograrlo, además de resolver cómo adaptar los sistemas mundiales de alimentos para satisfacer estas necesidades.

El hambre es un desafío de salud crítico agravado por la pandemia mundial. Hoy más que nunca, el mundo necesita unirse para brindar apoyo a las poblaciones vulnerables y erradicar el hambre. Podemos lograrlo. Solo se necesita que todos sumemos nuestros conocimientos y esfuerzos.

 

 

Escrito por: Alan Hoffman, vicepresidente ejecutivo, asuntos corporativos globales de Herbalife Nutrition.

 

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