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Son niños curiosos creativos y con un sinnúmero de recursos, los makers llegan para solucionar los problemas que los rodean.

Karla Caicedo es Ingeniera Mecánica y tiene un posgrado en Diseño de Productos, si bien nunca pensó en dedicarse a la docencia, terminó haciéndolo de una manera diferente, creando Fabtech, un pop-up makerspace.

Seguro que la palabra no te suena, pero se trata de un espacio de creación, donde varias personas se reúnen a construir, explorar y a divertirse en el proceso. Menciona Karla que es una “especie de coworking, pero en lugar de ir a una oficina a trabajar, vas a construir cosas”.

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Fabtech nace como un “pop-up makerspace”, destinado a niños y adolescentes entre 7 y 17 años. “Pop-up” porque no es un espacio fijo, “queremos llevar el makerspace a todos lados, convirtiendo cualquier lugar en espacio de creación”, añade Karla. De esta forma juegan con la idea de que si alguien quiere construir cosas no necesariamente tiene que ir a un taller sino “queda como algo innato; que los chicos en sus casas, colegios, comiencen a construir y explorar”, agrega.

Aprender haciendo

La cultura maker de manera multidisciplinaria combina la ingeniería, el arte y el diseño, “a quien le interesen aspectos de ingeniería no significa que no tenga alma de artista y viceversa”, comenta Karla. De esta forma se enfocan en cursos de: robótica, programación de videojuegos e ingeniería aplicada… en este último, añade la creadora de Fabtech, “le damos a los chicos, sierras, taladros, martillos, construimos mecanismos electrónicos, es uno de los cursos en el que más mezclamos elementos”.

¿Niños con herramientas?

Pensar en niños de siete u ocho años manipulando martillos o sierras, cuando con suerte saben cortar sus alimentos, puede sonar terrorífico. Sobre esto menciona que, “solemos privar a los niños de situaciones educativas por creer que con todo se van a lastimar”.

Karla cuenta que este es el principal miedo de los padres, pero se toman la seguridad muy en serio. En su experiencia, es una excelente oportunidad para experimentar. ¿Qué niño no pretende “ser grande”? “Al darles herramientas, enseñarles para qué sirven y sus reglas de seguridad, saben que uno les está otorgando confianza, una oportunidad que los empodera; aunque en principio asuste, luego no quieren parar de crear y es increíble verlos”, expresa Karla. Explica que siempre en este proceso ven qué chicos están preparados o no según si escuchan o siguen reglas, para darles o no herramientas.

Contra la generación “blandita”

Una de las principales metas trazadas en Fabtech es ir en contra la imagen de que los millennials son una generación “blandita”. Karla manifiesta ver que a muchos se les dificultan ciertas cosas y se rinden rápidamente. Y es contra ese “que alguien más lo haga” que hay que luchar. “Ellos están creciendo con esta idea equivocada de que, si tienen un problema alguien lo hará por ellos, y la vida real no es así”, añade.

“Les proponemos desafíos y no les decimos exactamente qué hacer, al final de cada sesión cada uno termina con algo distinto, hasta con cosas que ni si quiera les estábamos enseñando. Así ellos definen qué quieren aprender, empoderándose de su conocimiento. Como ven que lo tienen que hacer solos, lo resuelven, y es ahí donde sucede el aprendizaje,”, explica Karla.

Construir a partir de las vivencias es parte importante del aprendizaje, ya sea haciendo una catapulta que lanza malvaviscos para explicar física, creando un robot o una flor que se enciende al sonido de la música, todo conecta lo aprendido en clases con la vida real. “Nosotros decimos que no se trata de construir por construir, sino darle más valor, haciéndolo divertido y relevante para ellos” concluye.

Para más información sobre los talleres y actividades que realiza Fabtech ingresa a www.fabtechec.com

Por Carol Arosemena A.
Máster en Comunicación y Educación.

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