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Tener sexo debe tener un propósito y no realizarse solo por deseo o desenfreno. Conoce cuáles son sus derechos y obligaciones.

Esta semana me reuní con un grupo de jóvenes interesados en plantear preguntas sobre distintos temas profundos, entre los que inevitablemente arribamos al sexo antes del matrimonio. Una conversación seria al respecto no puede ser ajena al marco de la moral objetiva, a la cual hicimos referencia desde la perspectiva puramente humana.

Como con todos los aspectos importantes de la vida la sexualidad debe tratarse en el contexto de su propósito, el cual debería apuntar siempre al ser humano como el fin y no como un medio. Con esa premisa como punto de partida, la discusión abordó varios aspectos de actualidad.

 

 

Cultura del “hook-up” sexo desasociado de la afectividad

La llamada cultura del “hook-up” prevalece en el mundo de hoy, el sexo desasociado de la afectividad (como nos lo pinta Hollywood) se ha convertido en un fin en sí mismo, una meta de placer individual en que se utiliza a otro ser humano para una satisfacción personal. En esa línea cae la pornografía y masturbación, bien como el sexo casual. Los jóvenes afirmaron que la pornografía produce daños al cerebro, crea adicción igual que una droga y, al cosificar principalmente a la mujer, promueve también la normalización de varias formas de violencia.

Respecto del sexo casual, una joven dijo que el sexo fuera del matrimonio pone en riesgo a la mujer exponiéndola -por ejemplo- a un embarazo no deseado, dejando potencialmente a ese niño sin padre o recurriendo a su asesinato mediante el aborto. Sexo con una pareja eventual deja completamente desprotegida a la mujer y al niño en esta eventualidad que, siendo el embarazo la consecuencia natural del sexo, es razonablemente probable.

También hubo voces en favor de la “experimentación” con múltiples parejas sexuales antes del matrimonio, para cerciorarse de la llamada compatibilidad y así escoger definitivamente. Pero tomando en cuenta la edad promedio en que los jóvenes inician hoy su vida sexual y en la que usualmente se casan, estaríamos hablando de años de prueba y error para llegar al matrimonio con una carga emocional y hábitos que, en lugar de contribuir, contravendrían los votos de donación total y exclusiva de la pareja. Igual que cohabitar, el ensayo no siempre produce los fines esperados.

 

 

Repercusiones y sentimientos

Los mismos jóvenes expresaron cómo el sexo desordenado los afecta psicológicamente e impacta su auto estima, comenté sobre estudios que muestran cómo las chicas son hasta tres veces más susceptibles que los varones a sentirse usadas. Un par de jóvenes argumentó que en relaciones estables ya con un cierto tiempo de estar juntos y en el marco del amor y el consentimiento, el sexo es idóneo y no contraproducente.

Esto nos llevó a hablar sobre sentimientos y nuestra percepción de lo que creemos sentir y que los demás sienten por nosotros, cómo es fácil para el ser humano confundir pasiones o emociones con sentimientos que más tarde descubrimos nunca existieron o no fueron tan fuertes o verdaderos como creíamos. Las relaciones de pareja en la adultez implican un compromiso de entrega mutua, tanto en tu tiempo, dedicación e interés, como en lo afectivo, físico y emocional, no están separados unos elementos de los otros.

Y no habiendo nada más íntimo que el sexo, sus implicaciones humanas son reales y trascendentales, por lo que demandan la más alta responsabilidad por parte de la pareja. En esta columna hace unos meses escribía sobre lo que significa ser adulto y comprometerse con un proyecto de vida.

Hoy le pregunto a los jóvenes que me leen y sus padres que les pueden plantear esta pregunta: ¿Le darías a alguien TODOS los derechos y privilegios de esposo(a) si no están listos para TODAS las responsabilidades que eso conlleva?

 

SEXO 3

 

Escrito por: Pablo Moysam D.
Twitter: @pmoysam
 Spotify: Medio a Medias.

 

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