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Este comercial señala el gigantesco papel de las madres en nuestras vidas, aun en detalles minúsculos.

Me alegra poder traerte un comercial de IKEA que me encantó. Se llama «Second best» («Segundo mejor») y habla del rol insustituible de los padres. Me parece que tiene unos mensajes muy tiernos y profundos que hoy me gustaría vincularlo al Día de las Madres, ya que lo estuvimos celebrando en el último par de semanas (aunque cada país en una fecha distinta).

¿Lo vemos?

Ahora que has visto el comercial, me gustaría hablarte algunos elementos apostólicos que pude identificar al verlo. A continuación, te comparto 3 mensajes en los que podemos meditar en honor a nuestras madres.

 

 

Las madres claves en nuestro aprendizaje

Desde el momento en que nacemos, nuestras madres son las primeras personas que interactúan con nosotros. Ellas son las que nos brindan amor, cuidado y atención, y también son las que nos enseñan las primeras lecciones de la vida.

Las madres son las primeras maestras que tenemos y a través de sus enseñanzas y cuidados, podemos desarrollar habilidades importantes como la comunicación, la resolución de problemas y la empatía.

Vemos en el video a una de las protagonistas ayudar a su hija en una tarea pequeña, como lavarse las manos. Pero incluso acomodando a un hijo en los brazos para que duerma tranquilo, una madre le enseña sin palabras que es amado, que está protegido, que no está ni estará solo.

Por eso, no solo nos enseñan cómo crecer como «seres funcionales», sino que nos transmiten el amor que nos hace percibir que hay un Amor más grande; nos ayudan a imaginar la profundidad del amor divino. Nos inculcan la fe, nos enseñan valores.

 

 

Ellas nos ayudan a alcanzar nuestras metas

Esta idea se me ocurrió al ver la escena del banquito abandonado, al pie de una mamá que alzaba a su hija para que alcanzara el grifo del baño.

Algo muy pequeño, pero ¿no podríamos relacionarlo con cosas más grandes? Las madres son esenciales para crecer sabiéndonos, como dije arriba, amados. Que somos importantes. Pero también para brindarnos el apoyo, la motivación y las herramientas necesarias para lograrlo.

¡Cuántas veces son las madres nuestras mayores «defensoras»! Pendientes de ayudarnos y alentarnos cuando debemos superar un obstáculo: primero, un juego, luego, un examen, más tarde, la adolescencia, más adelante, tal vez la crianza de nuestros propios hijos…

Por otro lado, ¿no inspira verlas perseverar y ser resilientes? Tal vez nuestras mejores lecciones de esfuerzo, de liderazgo, de crecimiento personal, etc., las obtendremos al observarlas.

 

 

Las madres son irreemplazables

El último de los mensajes que identifiqué por el Día de las Madres: las madres son absolutamente irreemplazables. Su amor, cuidado y apoyo son únicos e insustituibles. Ellas conocen nuestras fortalezas y debilidades, nuestras alegrías y tristezas, y siempre están ahí para brindarnos su amor incondicional.

Su papel en nuestra vida no caduca, ya que su compañía y enseñanzas se mantienen con nosotros a lo largo de toda nuestra vida. El comercial nos dice que otras cosas serán lo «segundo mejor».

Pensaba que Dios tuvo una muy buena idea al darnos una madre. Pero que se lució cuando decidió que tengamos dos; se pasó al decidir que la Madre de Dios sea también Madre nuestra.

Con esta mirada que dirigimos a nuestras madres, fijemos los ojos en María para entender que Ella también es clave para nuestro crecimiento en santidad. Es la mano que nos dirige hacia nuestra principal meta: el Cielo. ¡No podremos sustituirla jamás!

 

Escrito por: María Belén Andrada, comunicadora e ilustradora, vía Catholic-Link.

 

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