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Existen diversas opiniones sobre la necesidad de consumo de este alimento, pero, ¿qué hay detrás de esta disyuntiva?

El ser humano consume dos tipos de leche a lo largo de su vida: la leche materna y la leche de vaca, siendo la leche materna el primer y único alimento del recién nacido durante sus primeros 6 meses. A través de esta se adquieren los nutrientes vitales para el crecimiento de los niños, principalmente para fortalecer sus defensas.

La leche nuestro primer alimento

En un estudio realizado por el doctor Michael Kramer del ensayo PROBIT, en Bielorrusia, los lactantes sufrieron menor número de infecciones (especialmente gastrointestinales) y en menor intensidad. También en el caso de bebés prematuros, la leche materna ha demostrado ser eficiente para reducir el riesgo de enterocolitis necrosante, un trastorno intestinal. Es importante entender que la leche materna no pierde sus propiedades con el paso del tiempo, sino que se adapta a las necesidades nutricionales del niño.

A partir de los 12 meses de edad se introduce en la alimentación infantil la leche de vaca. La doctora en pediatría Amalia Arce asegura que se puede introducir a partir de los 8-9 meses de edad el consumo de lácteos fermentados como yogur o queso (sin azúcares añadidos), ya que al estar fermentados tienen mejor digestibilidad.

Una de las principales razones del consumo de lácteos es debido a recomendaciones médicas y por tradición alimentaria. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, hoy en día hay más de 6,000 millones de personas que consumen leche y productos lácteos en países en desarrollo. Por otro lado, en Ecuador se consume 100 litros de leche por habitante al año, así se informó en el Tercer Encuentro Panamericano de Jóvenes Lecheros (2017).

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Una alimentación balanceada

Lo cierto es que la leche de vaca no es la única fuente de calcio en nuestra alimentación, donde alimentos vegetales como legumbres, frutos secos, verduras y semillas también pueden aportar con este mineral. Aunque hay muchos alimentos de origen vegetal con gran cantidad de calcio, a menudo la absorción de este se puede ver afectada por otros compuestos como fitatos, oxalatos o fibra.

Por ejemplo en 100 g de leche de vaca hay 125 mg de calcio, del cual 40,1 mg son absorbibles, en cambio en 100 g de almendras hay 285,7 mg de calcio, del cual 60,5 mg son absorbibles. Es cuestión de saber combinar los alimentos, de variar las fuentes y entender que el calcio de los alimentos de origen animal no deberían ser su principal fuente, ya que, de las fuentes vegetales obtenemos mayores beneficios para la salud.

Adquirir los nutrientes necesarios

Es importante que el consumo de leche como fuente de calcio sea a través de lácteos fermentados como yogur, queso y kéfir; y a su vez de buena calidad, es decir, preferiblemente orgánicos y de vacas de libre pastoreo, de forma balanceada y ocasionalmente.

La nutricionista Rocío García, asegura que “nuestro organismo necesita suficientes enzimas digestivas para digerir, absorber y utilizar nutrientes adecuadamente. Los alimentos antes mencionados tienen niveles más altos de vitamina K2, ácido fólico y B12. Estas vitaminas son muy importantes para las reacciones químicas. Por ejemplo, la K2 es esencial para mantener el calcio en los huesos y la B12 es necesaria para la producción de energía y mantiene los glóbulos rojos de la sangre en niveles óptimos.” Por otro lado, las fuentes vegetales de calcio contienen potasio, magnesio, vitamina C y vitamina K, todas ellas implicadas en un correcto metabolismo del mineral.

Se puede concluir que la leche no es un alimento imprescindible, pero si una forma eficaz de consumir calcio. Es por esto que el valor de un alimento como fuente dietética de un nutriente depende de su contenido, la biodisponibilidad del nutriente y el consumo habitual en la alimentación.

Por Melissa Coto
Nutricionista.

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