Compartir:

De picos y «valles»… La gratitud es fuente de felicidad y bondad; cuantas más personas felices y bondadosas haya en el mundo, mejor este será.

Los jóvenes suelen vestir el lema “quiero hacer del mundo un lugar mejor” y muchas de las causas que defienden, los temas que los apasionan y hasta las profesiones a las que se dedican tienen que ver con esa noble meta que, no sorprendentemente, resulta muy difícil de conseguir.

Y la dificultad radica en que el mundo va perdiendo una virtud humana tan poderosa que podría hacer a una persona más feliz y, en general, una mejor persona: más generosa, honesta y bondadosa. Esa característica casi mágica es la GRATITUD. No puedes ser feliz si no eres agradecido, de hecho, no puedes ser una buena persona si no eres agradecido.

Casi todo lo bueno fluye de la gratitud y casi todo lo malo fluye de la ingratitud. Ser ingrato te garantiza la infelicidad porque no existe una sola persona desagradecida y feliz en la Tierra, como tampoco hay una sola persona desagradecida y al mismo tiempo bondadosa.

En cambio, la gratitud vuelve a las personas felices y bondadosas; piensa en los momentos en que más agradecido te sentiste: al ganar un premio deportivo o artístico, al conseguir un cupo en la universidad o un empleo, cuando te casaste o nacieron tus hijos. El sentimiento de gratitud también estuvo acompañado de mucha felicidad y, usualmente, del deseo de hacer el bien a los demás. Justamente porque sabes que ese logro requirió de tu esfuerzo y sacrificio es que más agradecido, feliz y bondadoso te sientes.

Los ingratos no son ni felices ni bondadosos porque viven con rabia y siempre buscan desquitarse o echarles la culpa a otros. Su enojo nace de la creencia de que no recibieron lo que merecían o que lo que recibieron no fue suficiente. A las personas hoy se les está diciendo todo el tiempo que tienen derecho a cosas que no se han ganado y mientras más cosas la gente cree que merece recibir menos agradecidos serán por lo que sea que reciben y, por tanto, estarán cada vez más enojados e infelices cuando no lo reciban.

 

 

El valor de la gratitud

Una persona agradecida no está enojada y no se ve a sí misma como víctima del sistema. Lo común hoy es cultivar el sentido de victimización, sea por condición social, raza, sexo u orientación. La ingratitud siempre te lleva o proviene de la victimización. Las personas ingratas, por definición, se consideran víctimas y tienden a suponer que eso les permite causar daño a otros.

Por eso, cuando niños, nuestros padres nos preguntaban siempre que recibíamos algo: ¿qué se dice? ¡GRACIAS! Nos enseñaban que no debemos suponer que merecemos todo o que las cosas caen del cielo. Si ves un niño que recibe todo lo que quiere, sabrás que es un niño que nunca logra ser feliz, ciertamente no bondadoso. Mientras más creas que la vida o la sociedad te debe algo, más rabia tendrás y menos feliz serás. Como resultado, al dejar de lado la virtud de la gratitud, estamos incrementando el número de personas infelices, enojadas y egoístas.

La gratitud es fuente de felicidad y bondad; cuantas más personas felices y bondadosas haya en el mundo, mejor este será. ¿Quieres cambiar el mundo? Enseña consistentemente gratitud a tus hijos y, de paso, a ti mismo.

 

 

Escrito: Pablo Moysam D.
 Twitter: @pmoysam

 

Compartir: