Compartir:

Chandler tuvo al «mejor Amigo» cuando más lo necesitaba (la oración de un momento de desesperación).

Para aquellos que conocemos la serie televisiva «Friends», la muerte de Mathew Perry nos ha conmocionado profundamente. No solo por su corta edad, sino por la sorpresa de la noticia tan repentina.

A pesar de tener el trabajo soñado por muchos, Matthew llevó una vida de excesos que lo orillaron, en repetidas ocasiones, a recurrir a rehabilitación y demás medidas para tratar de recuperar su buen estado físico, psicológico y espiritual.

Esto lo relata Matthew Perry en su libro: Friends, Lovers and the Big Terrible Thing («Amigos, amantes y la terrible gran cosa»), donde comparte, de forma biográfica, las experiencias más profundas que marcaron su vida. Entre ellas, cuenta con su característico tono humorístico, cómo por años tuvo luchas privadas con la adicción, una enfermedad que desarrolló a pesar de «tenerlo todo».

No obstante, para conforte de muchos, en el mismo libro comparte cómo fue que logró salir del abismo en el que se contemplaba hundido. ¿Te imaginas cómo fue?

 

 

En su libro, Matthew Perry comparte una «oración» que cambió su vida…

Matthew Perry poco hablaba de su vida espiritual, pero en este libro aprovechó la oportunidad y compartió su encuentro con Dios cuándo más lo necesitaba.

Te comparto un fragmento:

«Dios, ayúdame, por favor», susurré.

«Muéstrame qué estás aquí. Dios, por favor, ayúdame».

Mientras me arrodillaba, la luz lentamente comenzó a hacerse más grande,

y más grande, hasta que era tan grande que abarcaba toda la habitación… ¿Qué estaba pasando? ¿Y por qué empezaba a sentirme mejor?

Empecé a llorar. Es decir, empecé a llorar de verdad, ese tipo de llanto incontrolable que me sacudía los hombros.

No lloraba porque estuviera triste.

Lloraba porque, por primera vez en mi vida, me sentía bien.

Me sentía seguro, cuidado.

Décadas de lucha con Dios, con la vida, con la tristeza, todo estaba siendo arrastrado, como un río de dolor que había caído en el olvido.

Había estado en presencia de Dios. Estaba seguro de ello. Y esta vez había rezado pidiendo lo justo: ayuda.

Mathew, en el momento de mayor dificultad, clamó al Cielo y se sintió acompañado por Dios, el Mejor Amigo que pueda existir. ¡Qué bendición tan grande experimentó!

A partir de esto, empezó a recuperarse y mejorar en muchos ámbitos.

 

 

Dios siempre está

Lo que Perry seguramente no recordaba es que Dios estuvo con él, no solo en ese momento de regocijo, estuvo con él siempre. Pero, cómo un caballero, esperó a que fuera Perry quien quisiera tener una amistad con Él.

Dios está siempre con nosotros, fue su promesa. Él nos busca y quiere tener una relación con nosotros; nos conoce mejor que nadie, ¡es nuestro Creador!

Pero jamás nos obligará a encontrarlo si no está en nuestra disposición hacerlo. Por ello, reconozcámoslo en nuestro día a día y agradezcámosle todas sus gracias y el amor tan grande que tiene por cada uno de sus hijos.

Qué lindo saber que Mathew se sintió amado por Dios. Ojalá cada uno de nosotros, aprendiendo de su experiencia, no dejemos pasar ninguna oportunidad para clamar a Dios en nuestras vidas.

Descansa en paz Matthew. Te veremos luego, querido amigo.

 

 

Escrito por: Myriam Ponce, estudió Ingeniería en Biotecnología y tiene un Máster en Teología Pastoral, vía Catholic-Link.

 

Compartir: