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Debemos ser responsables con la vida en todas sus etapas para poder llamar “integral” a la ecología. Conoce 5 puntos claves.

En Lisboa se nos volvió a hablar de la encíclica Laudato Si’, del Papa Francisco, inspirada en un cántico de San Francisco de Asís, donde trata a fondo el tema de la ecología integral y el cuidado de la casa común, que es la tierra en la que todos vivimos.

 

 

En sí, ¿qué es la ecología?

Ahora bien, en el número 138, la encíclica menciona que «la ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente donde se desarrollan», por eso, el llamado del Papa es sobre el deterioro del medio ambiente, pero también sobre el de la sociedad, aquejada por muchos males, que conforman una sola crisis.

Entre esos males sociales, su Santidad menciona el egoísmo, consumismo, la cultura del descarte y el relativismo. Pero también propone valorar y respetar cada vida creada por Dios desde su concepción, abordando el valor del trabajo y la explotación humana, los experimentos con animales y la manipulación genética.

Para el padre Gabriel Álvarez Hernández, director del Semanario Comunión Querétaro, la ecología integral se refiere a que «hay más espacios que merecen nuestra atención, pues el Papa no habla solo de reciclar la basura sino que nos invita a ser responsables y que descubramos la belleza de la creación y el respeto que ella requiere, abarcando todos los aspectos de la vida y la convivencia de todos los seres animados (ánima es alma en latín, comenta)».

Entonces, ¿a qué se refiere la ecología integral?

Concretamente, es el capítulo 4 de Laudato Si’, donde el Papa se refiere a la ecología integral; el cual resumimos en cinco puntos:

  1. Todos los contextos humanos y el medio ambiente están relacionados, por lo tanto, afecta al patrimonio natural, pero también al cultural, histórico, y artístico, que hay que cuidar.
  2. Proteger las culturas aborígenes manteniendo su identidad original y el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad.
  3. Procurar la calidad de vida de las personas en las ciudades y en las zonas rurales.
  4. Reconocer la dignidad del ser humano y aceptar el propio cuerpo como don de Dios, cuidarlo y respetar sus significados, valorando su feminidad o masculinidad.
  5. Procurar el bien común, respetando a la persona humana, especialmente a la familia, célula básica de la sociedad, y a los más pobres, pensando en el mundo que dejaremos a las futuras generaciones.

En conclusión, la ecología integral se refiere a cuidar todo, comenzando con la vida humana desde el momento de su concepción y sus distintas etapas, abarcando a toda la «hermana tierra», e implementando una conversión ecológica, donde se abandone el consumismo compulsivo y se viva en sobriedad y humildad, se dé gracias antes y después de las comidas, se promueva la educación ambiental, se aprenda a amar y a cuidar la vida en la familia, revalorando los signos de amor, porque «acumular cosas distrae el corazón e impide disfrutar la vida».

 

 

Escrito por: Mónica Muñoz, vía Aleteia.

 

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