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Un hecho noticioso reciente sobre William Thomas (Lia Thomas), ha generado debate sobre la realidad biológica vs ideología. ¡Comparte!

La corredora americana Allyson Felix era la atleta más rápida del mundo en 2015, su récord olímpico para los 400 metros planos fue de 49.26 segundos, pero cerca de 300 jóvenes varones en edad de secundaria podrían haber roto ese récord, solamente en Estados Unidos, si hubiesen competido contra esta estrella del atletismo femenino. Apenas hacía falta que se auto identifiquen como mujeres.

En días pasados, la historia de William Thomas, o como él quiere ser llamado: Lia Thomas, fue titular en las noticias cuando ganó el título de “campeona” en la categoría libre de natación para las 500 yardas de la Asociación de Atletas Universitarios de EEUU. Hasta hace 3 años, Thomas era un atleta varón cuyos tiempos ni siquiera le permitían calificar para los campeonatos, estaba cerca del puesto #500 en el ranking nacional, como hombre; hoy es #1 como “mujer”.

Es cierto que le tomó un año de medicarse con supresores de testosterona para poder competir, como mandan las reglas, pero esa terapia hormonal no revierte las ventajas de haber atravesado la pubertad como varón, lo que se tradujo en mayor estatura, mayor fuerza muscular natural, manos y pies más grandes y mayor capacidad pulmonar. Y en natación, esas son claras ventajas físicas que juegan -injustamente- a favor de quien dice auto percibirse mujer.

La razón por la que el Comité Olímpico Internacional y federaciones deportivas en muchos países exigen la terapia hormonal, es que es científicamente comprobado que la testosterona aumenta la masa muscular y el nivel de oxigenación en la sangre, además de promover el crecimiento.

 

 

Competencia injusta

Así, las reglas actuales prohíben a mujeres biológicas con niveles naturales de testosterona muy altos competir en certámenes oficiales, a menos que artificialmente regulen sus hormonas, porque reconocen que es una ventaja competitiva.

Por ello, permitir que un hombre biológico compita contra mujeres es una flagrante injusticia. No estamos solamente hablando de chicos llevándose trofeos de chicas, ni tampoco se trata apenas de varones quedándose con becas atléticas y hasta contratos de auspicio que hubiese sido de mujeres.

Cuando a hombres biológicos se les permite competir en categorías femeninas, la ventaja en fuerza y velocidad es tan grande que hay chicas que se quedan completamente fuera de esas competencias, es decir no sólo que no pueden ganarlas sino que ni siquiera califican para participar de ellas.

Además, cuando hombres biológicos participan y ganan competencias en categorías de mujeres sus récords acaban borrando los récords que mujeres reales habían obtenido antes con mucho esfuerzo y sacrificio y se establece un precedente que vuelve virtualmente imposible que mujeres de verdad puedan superarlos en el futuro.

 

 

¿Qué dice el feminismo ante la realidad biológica vs la ideología?

La razón por la que existen categorías femeninas en el deporte es para darle a las atletas con talento, dedicación y esfuerzo iguales oportunidades para brillar y ser reconocidas, pero las niñas nunca tendrán esa oportunidad si las obligan a competir con niños en disciplinas como atletismo, vóleibol o básquet.

El feminismo dice luchar por la equidad, pero nada hace por esas mujeres atletas que trabajaron muy duro y por mucho tiempo para competir en condiciones justas y ahora se estrellan contra esta corriente progresista que niega la realidad biológica y se rinde ante la ideología de los sentimientos. Y cuando esas jóvenes mujeres expresan la verdad respecto de las enormes diferencias genéticas, anatómicas y biológicas entre varones y mujeres, son llamadas intolerantes y transfóbicas. Lo mismo a quienes, sin ser atletas o estar en el mundo del deporte, observamos la realidad con sentido común y de justicia.

 

 

Escrito por: Pablo Moysam D.
 Twitter: @pmoysam

 

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