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En esta oportunidad compartimos contigo los riesgos para tu salud a causa del consumo excesivo de comida chatarra.

Cuando nos referimos a los alimentos es necesario especificar que es fundamental escogerlos, principalmente por su valor nutricional antes que por el placer de consumirlos, por ello es necesario evitar la comida chatarra.

Los alimentos son aquellas sustancias procesadas, semiprocesadas o crudas que se utilizan para el consumo humano con el fin de proporcionar los nutrientes y energía necesarios para que nuestro organismo cumpla sus funciones básicas.

El cuerpo humano requiere de variedad y complejidad de nutrientes, como: proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales, por ello mientras más variada sea nuestra alimentación mejor será la nutrición que recibirá nuestro cuerpo, considerando que la cantidad y frecuencia del consumo de los alimentos también es importante para que todo esté equilibrado y prevenir complicaciones en nuestra salud.

Sucede lo contrario cuando consumimos comida chatarra en exceso debido a que estos alimentos son muy pobres nutricionalmente y son altamente procesados lo cual trae mayor riesgo de malnutrición, enfermedades crónicas no transmisibles y adicción.

 

 

¿Qué pasa cuando consumes mucha comida chatarra?

Algunas consecuencias del consumo excesivo de comida chatarra son:

  • Fatiga y debilidad
  • Depresión
  • Diabetes mellitus tipo 2
  • Enfermedades cardiovasculares
  • Síndrome metabólico
  • Problemas de memoria y aprendizaje
  • Problemas digestivos
  • Algunos tipos de cáncer
  • Hígado graso
  • Envejecimiento prematuro
  • Obesidad y sobrepeso
  • Dislipidemia (colesterol y triglicéridos)
  • Estreñimiento
  • Disbiosis intestinal

Se recomienda que la frecuencia de consumo de este tipo de alimentos sea ocasional debido a que no aporta beneficios a nuestra salud por su baja cantidad de fibra, alto contenido de azúcar, sal, aditivos alimentarios, grasa trans y saturada, siendo así que sus componentes pueden aumentar el apetito provocando que a veces se consuma de forma excesiva.

Además no son buena fuente de energía haciendo que prontamente nos sintamos débiles y cansados, interrumpen el funcionamiento regular del sistema nervioso, pueden alterar el sueño y algunos procesos cognitivos, produce inflamación interna del cuerpo, aumenta los niveles de azúcar en la sangre, produce alteraciones hormonales, daño renal, impiden una correcta oxigenación de la piel por lo que aceleran el envejecimiento y pueden alterar las células incitando un desarrollo anormal, por lo tanto, ocasionar un cáncer, entre otras.

 

 

La moderación es necesaria

Existe el caso de un adolescente en Inglaterra que se quedó ciego luego de comer solo comida chatarra, el chico de 14 años visitó por primera vez a su médico porque tenía cansancio y las pruebas mostraron que tenía muy bajos niveles de vitamina B 12 en sangre lo cual indicaba anemia. Le enviaron unas inyecciones con la vitamina y consejos para mejorar su dieta, pero a los 15 años comenzó a desarrollar pérdida auditiva y de la visión, dos años después su vista empeoró hasta quedar ciego, lo llevaron al hospital de ojos de Bristol, lo vio un especialista en neurooftalmología y los estudios revelaron que la causa era nutricional.

El joven de 17 años vivió de una porción diaria de comida chatarra durante aproximadamente una década, su madre expresó que solo comía papas fritas, salchichas, carne procesada y pan blanco.

En conclusión

Es importante que conozcamos los riesgos que conlleva un inadecuado consumo de alimentos ultra procesados y educarnos nutricionalmente para hacer mejores elecciones de lo que ponemos en nuestro plato cada día, prefiramos hacer cosas que mejoren nuestra salud y nos ayuden a prevenir la enfermedad, esto lo podemos lograr si tenemos buenos hábitos como dormir bien, hacer ejercicio frecuente, comer sano, mantener relaciones sanas y si en todas practicamos la constancia. No olvidemos que los alimentos aparte de nutrir el organismo también nos benefician en nuestro desarrollo psicológico y social.

 

 

Escrito por: Melissa Coto, Nutricionista. IG: melcoto_

 

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