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«¿Se puede perder la fe…?» Conoce tres actitudes de alto riesgo que se filtran en nuestras vidas.

En todo proceso de vida encontramos diferentes errores o dificultades que hacen que en ciertos momentos nos alejemos del punto central, del propósito. Pues la fe no es ajena a esto; también se puede perder la fe…

La vivencia de la fe está siempre expuesta a dudas, crisis y demás situaciones que pueden hacernos alejar el centro que es Cristo mismo.

 

 

Actitudes que te hacen perder la fe

Por esto, quiero proponerte una pequeña lista de errores que ponen en riesgo la fe, en qué consisten y cómo hacerles frente.

El relativismo

Uno de los riesgos que pueden llevar a perder la fe es el relativismo. El relativismo desde la dimensión de la fe sostiene que las creencias religiosas y espirituales son subjetivas y relativas, lo que implica que no hay una verdad absoluta o universal en materia de religión.

Es por esto que, según el relativismo, cada persona o grupo tiene su propia interpretación y comprensión de lo divino. Y todas las interpretaciones son igualmente válidas y respetables.

Es por esto que el relativismo suele conllevar al sincretismo, es decir, a la aceptación selectiva de diversos ítems espirituales. En el relativismo se argumenta que no se puede afirmar objetivamente cuál es la religión «correcta» o la verdad absoluta en cuestiones espirituales.

Sin embargo, es importante destacar que el relativismo no niega necesariamente la existencia de verdades objetivas en otros ámbitos de la vida. Se limita a aplicar esta noción de relatividad a la esfera religiosa y espiritual, reconociendo la diversidad de creencias y la subjetividad inherente a la experiencia religiosa.

Cómo hacerle frente:

Para hacerle frente a esta realidad es primordial tomar centro. Es decir, ponerse en la tarea de decantar lo verdaderamente importante de lo que se hace accesorio. Como Cristianos, nuestro centro siempre es y será Jesús.

Es normal que en el camino se vayan añadiendo realidades a nuestra fe, es algo que siempre sucede y a lo que no se debe tener miedo. Al contrario, debe servir para hacer un constante discernimiento y elección de lo que es realmente fundamental.

 

 

¿Has escuchado del «buenismo»?

Otro error común que podemos ver al hablar de cómo se llega a perder la fe, es el buenismo. Comencemos por comprender en qué consiste el término buenismo, pues se utiliza en diferentes contextos y puede tener diversas interpretaciones.

En general, se refiere a una actitud o enfoque excesivamente optimista y complaciente, en el cual se evitan los conflictos o se busca evitar tomar posturas firmes ante situaciones complicadas.

En relación con la fe, el buenismo podría implicar una actitud de aceptación incondicional de todas las creencias religiosas, sin cuestionarlas o confrontarlas críticamente, sin ningún tipo de objetividad.

El buenismo podría manifestarse en varias formas, podría implicar una postura de relativismo o sincretismo extremo, en la que todas las interpretaciones y prácticas religiosas son consideradas igualmente válidas y nadie tiene derecho a cuestionar o debatir las creencias de los demás.

Esto podría llevar a evitar discusiones difíciles o ignorar las diferencias doctrinales y éticas entre diferentes tradiciones religiosas, lo que conlleva a una confusión.

El buenismo también puede manifestarse en la tendencia a enfocarse únicamente en los aspectos positivos y reconfortantes de la religión, mientras se evitan o se minimizan los aspectos más difíciles o desafiantes. Aquellos que pueden hasta llevarnos a purificar la misma fe.

Se podría evitar abordar temas como el sufrimiento, el mal o los dilemas éticos complicados. Y, en su lugar, se enfatizarían exclusivamente los aspectos amorosos y compasivos de la fe.

Cómo hacerle frente:

La actitud de apertura, respeto y tolerancia es valiosa en el diálogo interreligioso. Sin embargo, el buenismo excesivo puede limitar la capacidad de enfrentar críticamente los desafíos y contradicciones que pueden surgir en el ámbito religioso.

Es importante encontrar un equilibrio entre el respeto por la diversidad de creencias y la capacidad de abordar los temas difíciles de manera reflexiva y crítica.

 

 

¿Puede la falta de coherencia llevarnos a perder la fe…?

La falta de coherencia en la fe se refiere a la inconsistencia entre las creencias y las acciones. Normalmente, nace cuando hay una desconexión entre lo que se profesa y celebra, con el cómo se vive en la cotidianidad.

Este error puede llevar a otras dificultades. Como la hipocresía, que puede erosionar la confianza y credibilidad en esa persona o en la comunidad religiosa en general, o la confusión y las dudas. La falta de coherencia en la fe puede generar en aquellos que buscan guía espiritual o buscan vivir de acuerdo con sus creencias un gran desconcierto.

Cuando hay una brecha evidente entre lo que se enseña y lo que se practica, puede ser difícil para las personas encontrar claridad y dirección.

Esta falta de coherencia en la fe puede tener un impacto negativo en la comunidad. Puede llevar a divisiones internas, descontento y una disminución del sentido de comunidad. Además de un debilitamiento de la fe personal, pues quienes experimentan una falta de coherencia en su propia fe, puede surgir un sentimiento de inseguridad y cuestionamiento.

Pueden surgir preguntas sobre la validez de sus creencias y si realmente están siguiendo el camino correcto.

Cómo hacerle frente:

Superar la falta de coherencia en la fe requiere una reflexión honesta y autocrítica, que sea siempre muy objetiva.

Es importante que los creyentes evalúen sus creencias y prácticas a la luz de sus enseñanzas fundamentales. Que busquen la coherencia en todos los aspectos de su vida.

Esto implica una búsqueda constante de integridad, sinceridad y alineación entre lo que se cree y cómo se vive.

 

 

Escrito por: P. Mauricio Montoya, vía Catholic-Link.

 

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