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Muchas veces se aburren por falta de creatividad e imaginación, porque no saben qué hacer cuando tienen tiempo libre.

 

¡Mamá estoy aburridaaaa! Cuántas veces escuchamos a nuestros hijos llamarnos con esta frase. Normalmente nos sentimos responsables y queremos inmediatamente ayudarlos a solucionar el problema; es muy común que les ofrezcamos alguna actividad estructurada, los acompañemos a jugar o les demos algún estímulo electrónico que esté a nuestro alcance.   Además de querer solucionarles el problema enseguida como padres, podemos preocupamos por esta posible desmotivación de nuestros hijos y buscamos respuestas de la razón en  casa o en el colegio.

En la sociedad en la que vivimos hoy, es normal que nuestros niños, desde muy pequeñas edades, tengan varias actividades estructuradas a lo largo del día:  la jornada larga en el  colegio, luego las actividades extracurriculares: clases de tenis, fútbol, karate, ballet, equitación, piano, el tiempo para hacer los deberes y en su “tiempo libre” ven televisión o juegan con la tablet o con los celulares de sus padres. Entonces, ¿dónde queda ese tiempo realmente “libre”, en donde puedan poner sus cabecitas a descubrir y desarrollar su creatividad y sus intereses, si continuamente se los está entreteniendo y se los  limita a que generen sus propios recursos para distraerse?

Cuando nuestros  hijos manifiestan que  están “aburridos”,  son precisamente esas las oportunidades para que ellos, a través de cosas sencillas, descubran sus propios intereses; creando, inventando, construyendo, explorando e imaginando, desarrollando así su creatividad.

Son además experiencias en donde aprenden a tomar decisiones, a perseverar en sus ideas, a aprender de sus errores. Probablemente estas pequeñas actividades contribuirán a  darles seguridad, confianza y les proporcionará una visión más amplia que les será muy útil para su desarrollo futuro.

Naturalmente que va a ser difícil al principio pedirles que se distraigan, ya que ellos no van a estar acostumbrados a este “tiempo solos” en donde no se los dirija ni se les ofrezca una actividad, por lo que es importante que los padres los guíen.

Trata de recordar las  experiencias de tu niñez cuando “te aburrías” y tus padres te decían: “busca con qué jugar, ocúpate”, y  comparte con tu hijo cómo te divertías: convirtiendo un dormitorio en hospital con todos tus peluches, haciendo de tu cama una nave espacial, con sábanas y almohadas…

A partir de estas experiencias, pídele a tu hijo que te ayude a pensar en otras ideas similares y divertidas. Hagan una lista en conjunto, esta lista puede  estar expuesta en el dormitorio de tu hijo para que en los momentos de aburrimiento puedas recordársela. Por ejemplo: poner música y bailar; disfrazarse; buscar formas en las nubes; andar en bici; escribir un diario; escribir un cuento; leer un libro; crear una obra de teatro; hacer un collage con materiales recolectados en casa; hacer escondites con sábanas y sillas; recolectar hojas, piedras u otros elementos en la naturaleza para luego hacer una manualidad; hacer un zoológico en su habitación con sus peluches; hacer un recorrido de obstáculos por toda la casa; crear un juego de mesa; saltar la cuerda.

Es importante tener organizado los materiales en casa para que tu hijo tenga fácil acceso a ellos. Y por supuesto luego de crear e inventar, es importante que ellos colaboren a recoger y arreglar.

Entonces, dejemos de lado el miedo de que nuestros hijos puedan estar desmotivados y comencemos, ¡a aprovechar los  momentos cuando están  “aburridos” para estimular su creatividad!

 

 

Por: Psic. Clínica  Silvia Baquerizo de Bruckschen
Telf: 0959416682

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