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Por: Carolina Huerta J.
Psicóloga clínica

¿Frente a qué estaba yo?¿Por qué se veía afectada la niña si era tan pequeña?

Gracias a mi trabajo de piscóloga clínica he tenido la oportunidad de visitar algunas comunidades muy distantes, tanto que algunas nunca han escuchado hablar del psicólogo. Fue en una de estas comunidades donde llegó a mi puerta una niña de la mano de su madre.

Al entrar, un poco nerviosas las dos, se sentaron frente a mí. La pequeña niña de tres años mecía sus pies, que no llegaban al suelo, y me miraba callada.

La madre empezó a conversar de las dificultades de su hija en cuanto a su conducta en la escuela:

– Dice cosas de grande…

-¿Cómo es eso?, le pregunté.

– Dice que no quiere vivir, “Dios estos padres no me quieren llévame, no me aman”…

Me di cuenta de que era un caso complicado y que había que explorar más, así que le hice preguntas a esta madre, de lo más sencillo a lo más complejo. Le pregunté si su hija veía novelas, si veía muchas películas en la televisión, las respuestas fueron todas negativas. Le pregunté entonces por el embarazo ¿cómo fue?

Entonces la madre, quebrada en llanto, narra la estremecedora historia de cómo, por motivos económicos y de instabilidad familiar, optó con su pareja por terminar el embarazo, pero su hija sobrevivió. Era la primera vez que su hija escuchaba estas palabras. La niña, quien no habló en todo el encuentro, empezó a llorar.

La confesión de la madre daba sentido a lo que la niña decía cuando hacía berrinches. Llamé a la niña por su nombre y le traduje las palabras de su madre: “Tú no lo recuerdas, pero sí lo sentiste; ellos cometieron un error, estaban muy asustados tus papás, pero se arrepienten y por eso lloran, hoy te aman mucho y nunca dejarán de cuidarte, por eso te han traído aquí donde la psicóloga”.niña

¿Frente a qué estaba yo? ¿Un síndrome postaborto infantil? ¿Por qué se veía afectada esta niña si era tan pequeña y el nacimiento llegó a buen término? ¿Fue bueno que ella escuchara? ¿Fue muy pronto? Son muchas las preguntas que vienen a mi cabeza, pero con tiempo, trabajo y mucha oración iremos viendo, junto a la madre y la hija, cómo vivir la reconciliación.

Sin embargo, este conmovedor suceso en la consulta psicológica me llevó a una reflexión. En la lucha provida muchas de nuestras armas son números, estadísticas y porcentajes, pero el drama del aborto tiene un rosto humano, nombres y apellidos, muchas lágrimas y tiene un brazo más largo del que habíamos pensado.

Esta era una niña afortunada, una sobreviviente, que gritaba a sus padres palabras de grande. Tiene en realidad la voz de muchos que no han podido sobrevivir en esta guerra por la vida y lleva, sin saberlo, la bandera del perdón, del amor y de la reconciliación posible para las madres que sufren el síndrome post aborto.

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