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Ya son muchos los estudios que avalan el poder medicinal de salir de viaje.

Así de sencillo. Y lo dice la ciencia, no es una cuestión de homeopatía, es que viajar te ayuda a reforzar vínculos y a compartir y sentir. ¿La base? La felicidad se encuentra en las experiencias, las emociones y los recuerdos, y eso es algo que precisamente te ofrece viajar.

Viajar con amigos, con la familia… te amplía el horizonte, te abre la mente para ser más tolerante, más solidario, para conocer cosas nuevas. Por eso, la ciencia recomienda más ahorrar para viajes y menos para comprar según que cosas materiales. Así lo indica el psicólogo Thomas Gilovich, catedrático de la Universidad de Cornell, EEUU, quien estudia desde hace años la felicidad. Él lo dice de forma clara: viajar te hace más feliz que comprar cosas.

Y además, las diferentes fases de los viajes nos ayudan también a conocernos más, a organizarnos mejor y también, a romper de vez en cuando con la rutina, que da un aporte extra a nuestra vida.

‘Pastillas’ positivas

Pero no sólo eso, un estudio de la Universidad de Arizona señala que viajar contribuye a a reducir el estrés y a tener un mayor control emocional. Asegura que un viaje ayuda a dejar atrás angustias y a abrir la mente para disfrutar más del aquí y ahora. Y para ello, hay que recordar que hay que ser más viajero que turista.

Es decir, intentar compartir más las costumbres de allá donde vamos, sea cerca o lejos. Conocer su cultura, su gastronomía, desde un punto de vista de slow travel, frente al fast tourist. Esas experiencias ayudan a abrir nuestra mente, y al conocer más, tenemos un mayor ámbito de análisis que nos ayuda no sólo a la hora del conocimiento, también de valorar de forma más tranquila los problemas. Decía Gustave Flaubert que “viajar te hace modesto, porque te hace ver pequeño lugar que ocupas en el mundo”.

Es medicinal

Y es que los estudios sobre los beneficios de viajar son innumerables. Otro realizado en Estados Unidos ha llegado a indicar que viajar reduce el riesgo de padecer infartos. ¿La base? Unas vacaciones hacen que se rebaje de la tensión acumulada durante todo el año y no sólo para trabajadores estresados, también para personas mayores.

En la Universidad de Finlandia también se han fijado en las mejoras físicas que nos aporta salir de casa para una escapada o una aventura. Inciden, en este caso, en la movilidad corporal necesaria para dejar aparcadas durante un tiempo nuestras rutinas: normalmente el viajero camina y pasea más, está más despierto buscando nuevos estímulos…

Hacer las maletas, planear el viaje, pensarlo antes, disfrutarlo durante y recordarlo después: viajar supone un cúmulo de experiencias que no hacen sino sumar a nuestra mente y según lo visto, también a nuestro cuerpo. Nos hace descubrir nuevos sitios y culturas. Nos da por fuera y también por dentro, porque nosotros también nos descubrimos a nosotros mismos. Y no sólo eso, a no ser que viajes solo, también te ayuda a descubrir al otro: a tus compañeros de viaje.

Vía Aleteia
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