Compartir:
Mucho más que una película de superhéroes.

Los amantes de los superhéroes estamos de enhorabuena. Vivimos en la época dorada de las series de televisión y de las sagas cinematográficas en donde los superhéroes tienen mucho que decir. Aunque nos hayamos ido a la universidad e incluso seamos dueños y señores de familias o empresas siempre queda una nostalgia ante esos héroes con los que jugábamos de pequeños; cuándo convertíamos toda la casa en campo de batalla y los bajos del sofá eran la guarida secreta perfecta.

Esta nostalgia genera unos vínculos que, bien usados, pueden producir millones de euros en recaudación y merchandising. Pero, ¿hay algo más a parte del mejor entretenimiento? ¿podemos salir del cine sintiéndonos como Andy y con preguntas adultas llenas de sentido? Claro y sin rodeos: sí, podemos. 

En este caso nuestros vengadores más queridos: Iron Man, el Capitán América, Thor, Hulk, la Viuda Negra y Ojo de Halcón, tienen que enfrentarse con Ultrón, un ser con inteligencia artificial que tratando de crear el mundo perfecto llega a la conclusión de que mientras los humanos existan no podrá haber armonía, por lo que la extinción es la única opción viable.

Toda una aventura cinematográfica digna del mejor fan, con momentos cómicos muy bien insertados y con un regalo final tras los títulos de crédito.

Más allá de la trama de héroes y malvados existen varios temas que toca la película con gran acierto, respetando siempre la unidad de una cinta con una gran estructura y un sólido guión. Con respeto a su antecesora quizás le falte unidad en algunos momentos aunque logra mayor hondura por la definición de los personajes y la temática que aborda al hacerlo. 

Entre los temas que aparecen caben destacar los siguientes: el enorme valor de la familia (del hogar) como espacio de seguridad donde poder recuperarse, contemplarse (Ojo de Halcón y Viuda Negra); temas como la importancia de trabajar en equipo o el valor de la vida humana (Hulk); o la necesidad de ser bien mirados para descubrir una misión a la que estamos llamados (Bruja Escarlata).

En este sentido, y como toda buena película sobre “poderes”, toca el tema de la vocación particular y comunitaria. Todo superhéroe es más héroe cuanto más humano se nos muestra; porque su valor no solo reside en ser capaz de usar bien sus poderes, sino en atreverse a hacer frente a sus miedos y fantasmas interiores.

De hecho, más allá de sus poderes tienen los mismos conflictos y deseos de significado en su interior que cualquiera de nosotros, como ya les pasaba a los mutantes de la saga de X-men. Y por eso es más honda que Los vengadores, porque el conflicto no solo está es superar las diferencias personales entre ellos, sino en mirarse a sí mismos hasta el fondo. Por ello, quizás sean también deudores del Batman de Nolan.

Con un gran reparto y unos efectos especiales verdaderamente espectaculares nos encontramos con una ágil, entretenida y mejorada secuela. Puro espectáculo visual de calidad, que arriesga más que Los vengadores aportando un punto de cierta oscuridad y hondura a los personajes que termina dando a la cinta un alma más personal. Toda una aventura cinematográfica digna del mejor fan, con momentos cómicos muy bien insertados y con un regalo final tras los títulos de crédito.

 

Vía Aleteia

Compartir: