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Antes de la revolución francesa, el político era el mandado y el pueblo el mandatario, ahora recibimos órdenes y nos hemos convertidos en los mandados.

Frank Underwood, protagonista de la serie estadounidense House of Cards, rompe la cuarta pared y nos habla directamente a nosotros, poniéndonos a su mismo nivel de poder, nos mira directamente a los ojos y nos dice: “¡La democracia está tan sobrevalorada!”

Kevin Spacey es quien encarna al congresista Underwood en la serie; y además, es el político más vil,  amoral, ambicioso y astuto que ha dado la televisión, específicamente Netflix.

La cuarta pared, es un argot teatral que indica que existe una pared invisible imaginaria que está al frente del escenario de un teatro, en una serie de televisión, en una película, en un videojuego.

La democracia necesita no del sometimiento del pueblo, sino de su participación deliberativa, de su opinión, de su involucramiento.

Los políticos utilizan la democracia como una cuarta pared, se dirigen a nosotros los ciudadanos cuando nos necesitan, cuando quieren hacernos partícipes de sus decisiones unánimes o cómplice de sus errores. Cada cuatro años, se activa con mayor intensidad en épocas electorales, abusan de la cuarta pared.

Cuando el ciudadano construye comunidades deliberativas para mirar en las entrañas de la política, cuando es el ciudadano quien rompe esa cuarta pared, el régimen gobernante se siente amenazado. La política tiene muchos ángulos, uno de ellos es bromear sobre los políticos, dicho sea de paso hacerlo es señal de buena salud democrática. Pero se han apropiado de lo que debemos reírnos y por tanto, de nuestro poder deliberativo.

Es curioso observar que antes de la revolución francesa, el político era el mandado y el pueblo el mandatario, ahora recibimos órdenes y nos hemos convertidos en los mandados. En plena Edad Media había más democracia en algunos sitios que antes que las revoluciones trajeran el sufragio.

Necesitamos romper esa cuarta pared poniendo énfasis en la formación de ciudadanos virtuosos, que conozcan sus obligaciones colectivas y sean celosos de su desarrollo personal. Necesitamos una acción colectiva contundente que pueda cristalizar nuestros deseos de una verdadera democracia.

Propongo romper esta pared imaginaria a través de la educación en valores y virtudes, la actualización constante de hacia dónde queremos ir, la desalineación del mainstream político. Los ciudadanos reclaman el control de la política, pero faltan plataformas para recuperarlo. Necesitamos una sociedad politizada, despierta, en vigilia para evitar perder el sentido crítico de la realidad y de esa manera evitar el sometimiento de nuestra voluntad a la del cacique de turno.

Los ciudadanos reclaman el control de la política, pero faltan plataformas para recuperarlo. 

No hay democracia sin demócratas. La democracia necesita no del sometimiento del pueblo, sino de su participación deliberativa, de su opinión, de su involucramiento. No podemos resignarnos a que otros tomen por nosotros las decisiones.

No podemos dejar que nos gobiernen los Frank Underwoods, villanos sin escrúpulos que solo quieren el poder por el poder. Las intrigas, los sabotajes y las deslealtades son el pan de cada día en House of Cards, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Existen buenas razones para empezar a ver esta serie original de Netflix, descubrirás el mundo oscuro de la política; creerás en el periodismo, otra vez y probablemente sabrás a qué me refiero con la cuarta pared. Pero lo más importante es que te den ganas de romper la cuarta pared y te comprometas con la democracia.

 

Por Andrés Elías

 

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