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Una amiga me contaba que su hijo de 3 años se pasaba todas las noches a su cama. En un principio esto parecería una acción inocente la cual más allá de incomodarlos no parecería tener mayores repercusiones. Pero de acuerdo a mi experiencia pienso lo contrario. Existen varias razones por las cuales un niño genera esta costumbre.

Algunas veces puede ser porque desde muy pequeño tiene la costumbre de dormir con sus padres. Otras veces, generalmente a partir de los 2 años, se pueden dar regresiones en niños que dormían solos y que de repente lloran a la hora de ir a dormir o se levantan por la noche para ir a la cama de sus padres. El motivo de este retroceso puede ser el cambio de la cuna a la cama, el nacimiento de un hermanito, terrores nocturnos, etc. 

A partir de los 3 años, generalmente, el niño ya ha alcanzado el nivel de desarrollo cognitivo necesario para que comprenda las razones por las cuales no debería dormir con sus padres. Si no tienen el hábito creado, sería bueno explicárselo de una manera muy clara y segura diciéndoles que deben dormir solos porque ya tienen edad para hacerlo. Los niños de su edad lo hacen, él tiene su dormitorio, los padres también, él necesita su espacio y los padres también. Se puede llegar a un acuerdo y darle un margen de algunos días para empezar el proceso, no muchos, pero luego del acuerdo empezar en la fecha fijada. 

Es una cuestión de hábitos y costumbres que fomentan la disciplina, los ayuda a ser independientes y por ende aumenta su seguridad. El permitirles que se pasen a tu cama de noche, más allá de ser una delicia al poder estar con ellos, podría generar una dependencia que atrasaría su madurez en términos de desenvolvimiento.

¿Cómo lograrlo?

Les compartimos unos consejos:

1. Escoger el mejor momento. Antes de empezar, los que tienen que estar decididos son los padres. Después hay que escoger un día tranquilo y hay que ser constantes. Escojan una época que les sea conveniente para comenzar. No empiecen el proceso en medio del estrés o trabajo porque se sentirán doblemente presionados. Una vez que decidan comenzar, hay que seguir.

2. Constancia. Lo más importante al introducir cualquier cambio en la vida de un niño es la constancia. Si ven que no somos constantes, continuarán probando nuestros límites para ver en qué punto cedemos. Así que ármense de paciencia, voluntad y ¡adelante!

3. Dar una señal. Hay que crear el ambiente o la señal que ha llegado el momento de dormir.

4. Rutina. Establezcan una rutina consistente de buenas noches y acompáñenlo hasta que se quede dormido las primeras noches. Esto ayuda a los niños a sentirse seguros y que tienen cierto control sobre su mundo. Al hacer las cosas una y otra vez, pueden predecir lo que va a pasar.

5. Comprender el proceso. Cuando decidan empezar a hacerlos dormir en su dormitorio solos, continúe leyendo el mismo cuento cada noche para reforzar el cambio. Comprender el proceso les ayudará a predecir los acontecimientos de su entorno y a aceptarlos con más facilidad. Por ejemplo: cenan, se bañan, se ponen la pijama, se lavan los dientes, rezan, les leemos un cuento y a dormir.  Los cuentos con mímicas y cambios en la entonación de la voz les llaman mucho más la atención.

6. Ármense de paciencia. Las primeras noches, es probable que el niño se pase a la cama del adulto. Acompáñenlo de vuelta a su cama, tantas veces como sea necesario. Si ceden a dejarlo dormir en su cama de nuevo, los niños aprenderán que si insisten lo suficiente siempre conseguirán lo que quieren.  

 

Por Pilar Idrovo de Peré
Master en asesoría educativo familiar

 

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