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El noviazgo es para escoger a tu compañero(a) en la vida y a la madre o padre de tus hijos. Los que viven una relación prematrimonial, indiferentemente del estilo de vida que lleven, dejaron atrás la pureza, la libertad y la espontaneidad del noviazgo.

Ahora son amantes, y esa es una situación mucho más complicada. Ya no se van conociendo uno al otro en forma íntegra y gradual, sino que al privilegiar el aspecto sexual lo demás queda distorsionado.
 
El lenguaje de sus cuerpos dice: me entrego a ti, me entrego totalmente; pero con sus vidas están contradiciendo esta entrega, porque no están unidos para toda la vida compartiendo todo lo que tienen y lo que son.
 
Lo más grave, sin embargo, es que las relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio alejan a los novios de Dios, de la gracia y de la felicidad.
 
Se repite el pecado de Adán y Eva. Dios dice: no fornicarás, pero la astuta serpiente disfrazada de lógica humana y de modernidad dice: Dios se equivoca, no es pecado, tienes derecho a disfrutar de la sexualidad aun fuera del matrimonio.
 
Que estas relaciones puedan ser bendecidas por Dios en el sacramento del matrimonio no significa que la Iglesia las esté avalando, que se conviertan en lo ideal o en una nueva praxis que deba siempre anteceder al matrimonio. Los novios católicos evitan convivir antes del matrimonio y más aún hacer uso de la sexualidad.
 
El sexo entre un esposo y su esposa es la única forma de relación sexual que Dios aprueba (Hebreos 13:4). Si Dios pide castidad en el noviazgo o antes del matrimonio por algo será. Nadie es quién para darle lecciones a quien es La Verdad.
 
La familia nace de un proyecto de amor. El matrimonio se basa en la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios, y no sólo en la arena de sentimientos que vienen y van. Si el amor fuera sólo un estado psico-físico, no se podría construir nada sólido.
 
El noviazgo tiene sus propias características
 
El noviazgo ni debe ser eterno, ni debe tener las características propias de un matrimonio. El que solo ama hoy y no le interesa amar mañana, no sabe lo que es el amor, pero sí el capricho (concubinato). El verdadero amor quiere durar para siempre (matrimonio); y mayor será la armonía matrimonial cuanto mayor sea la armonía espiritual, aunque el matrimonio a la larga nunca esté exento de problemas.
 
Ninguna persona es un objeto de placer para satisfacer pasiones desordenadas. La persona no es un objeto para que se pueda disfrutar de ella. Si se usan a las personas para proporcionarse mutuamente placer, sólo están viviendo una comunión de egoísmos. Eso es rebajarse a simples objetos de placer recíproco.
 
El verdadero amor busca en el otro no algo para disfrutar, sino alguien a quien hacer feliz. No eres novio(a) de un cuerpo, sino de una persona con espíritu, alma y cuerpo. La felicidad de tu pareja debe ser tu propia felicidad.
 


El regalo más grande que un joven o una joven le puede ofrecer a su futura esposa o futuro esposo es llegar virgen al matrimonio.

  
Volver a la castidad en el noviazgo tiene grandes frutos. Los novios desarrollan el dominio de sí mismos, crecen en la templanza, se respetan más uno al otro, se conocen más profundamente en el plano espiritual y, en el plano emocional, se sienten más seguros, están más alegres.

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