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Incrementa la vulnerabilidad en la población geriátrica y se presenta muchas veces de forma silenciosa.

Se cree que enfermedad o incapacidad es sinónimo de la adultez mayor, cuando realmente no es así. Es cierto que en esta etapa la persona presenta un declive del funcionamiento de sus sistemas (esquelético, inmunológico, cardiológico, muscular, etc.), pero el deterioro acelerado, tanto físico como cognoscitivo, está asociado realmente a factores como el consumo de sustancias, alimentación inadecuada o estrés.

Sin embargo, es frecuente que los adultos mayores presenten cierta “fragilidad” considerada, en algunos casos, como un síndrome que incrementa la vulnerabilidad en ellos.

 En geriatría el término “fragilidad”, se lo asocia con debilidad muscular, fragilidad ósea, bajo índice de masa corporal, susceptibilidad a las infecciones, predisposición a enfermedades mentales, deterioro cognoscitivo, alteración de signos vitales (pulso, respiración, temperatura y presión arterial) o pérdida en las capacidades físicas. Actualmente este término se lo relaciona al momento en que estas condiciones se presentan de manera simultánea.

El síndrome de la fragilidad puede presentarse de forma silenciosa y se manifiesta cuando se suma con deficiencias como diabetes, osteoporosis, alergias, etc., además de otros componentes como conflictos familiares, problemas económicos, fallecimiento de personas cercanas, soledad. Es necesario que la familia y/o cuidadores estén  pendientes de estos síntomas en el adulto mayor para buscar ayuda profesional, tomar medidas y evitar que más adelante sufran mayor deterioro.

¿Reclusión o diversión?

Su prevención permite que el  adulto mayor tenga  una mejor calidad de vida en la  tercera edad.

Hay que considerar, además, el concepto que los adultos mayores tienen acerca de la tercera edad. Si ellos creen que es una etapa de retirada, aislamiento, enfermedad o de inactividad, tratarán de vivir de acuerdo a sus creencias. Es aquí donde debemos analizar lo siguiente: ¿por qué en otros países personas que están en este periodo de su vida realizan actividades divertidas como viajar, bailar, reunirse con amistades o familiares? Puede ser que el concepto que ellos manejan sobre la adultez mayor sea diferente y que tal vez en nuestro país no se cuente con el deseo o interés de los adultos mayores para realizar estas actividades. Por eso, las personas más cercanas –familia o amigos– deben proponerles actividades como contacto con la naturaleza, reuniones, planes recreativos y/o físicos, asistencia profesional si es requerida, etc.

Para esto el apoyo de la familia en los adultos mayores siempre será fundamental, ya que el conocimiento y prevención de este síndrome permite que los pacientes tengan una mejor calidad de vida. Sobre el tratamiento y prevención, se debe trabajar en la detección temprana antes que se agudicen los síntomas. Por eso es necesario que este tema sea reconocido no solo por las personas que lo pueden padecer, sino también por las familias y profesionales, para atender y brindarles toda la atención requerida.

Si el entorno ofrece los cuidados necesarios no solo ayudará a conservar los sistemas corporales del adulto mayor, sino que también facilitará una mayor independencia y, por consiguiente, una  reducción de riesgos, que permitirá el disfrute de las personas en esta etapa maravillosa.

Por: Lorena Cuadrado

Máster en Terapia familiar

 

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