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El embarazo es algo realmente complejo, de hecho muchos creen que solo puede darse al tener sexo en los días fértiles.

Programar u organizar las relaciones sexuales no tiene nada de malo. Entonces, ¿por qué cuando un matrimonio lleva ya tiempo buscando embarazo puede convertirse en un obstáculo en la donación de sí mismos?

Para entender este título hay que comprender el contexto en el que se encuentran los esposos que desean concebir un hijo pero que ven que éste no llega.

 

 

Comprendiendo mejor el problema

Hay alrededor de la infertilidad un tabú social enorme: ni las parejas se sienten libres de decir “por ahora no hemos podido” ni la sociedad es amable con ellos. A todo esto, hay que sumarle una gran carga emotiva y sentimientos de tristeza, angustia, incluso llegar a la depresión. Idas y venidas a especialistas, el coste que todo ello conlleva y la preocupación de que haya un problema de salud y de que puede que los hijos no lleguen nunca.

Si crees que es imposible lidiar con todo esto, te equivocas. Una de cada seis parejas ha pasado por la infertilidad y el número, por desgracia, va en aumento.

¿Programar las relaciones sexuales?

Programar las relaciones sexuales no es de por sí algo malo, pero puede convertirse en algo que dañe la relación. ¿Cuándo? Cuando la unión es obligatoria en los días de fertilidad de la mujer y no se tiene en cuenta la regla número uno: el respeto hacia el otro.

Es cierto que cuando existen dificultades para concebir un hijo las relaciones se suelen programar en los días de fertilidad para aumentar las probabilidades de concebir, y esto es un hecho innegable. Existe la creencia de que las relaciones siempre tengan que ser espontáneas, cosa que se adhiere poco a la realidad.

En la mayoría de los matrimonios que conozco, es bastante frecuente que haya determinados momentos en los que las relaciones sean “planificadas” porque no se tiene tiempo, por los hijos, porque se requiere un periodo de abstinencia, por X motivos…

 

 

¿Y si los hijos no llegan?

A medida que el tiempo pasa y que los hijos no llegan, he notado que hay una cierta exigencia hacia el acto sexual por parte de los cónyuges. Es decir, hay días “imperdonables” en los que la relación tiene que darse sí o sí. A veces, sin tener en cuenta el estado de ánimo tanto de uno como de otro, u otros factores como el cansancio.

Si la frecuencia de las relaciones la marca única y exclusivamente el matrimonio, qué menos que se tenga en cuenta que es, por encima de todo, una donación completa. Libre de pretensiones y de exigencias.

Entonces, ¿cómo abordar los momentos de intimidad?

Ante la pregunta, ¿cuándo mantener relaciones para quedarme embarazada? O, ¿cuándo mantener relaciones para tener más posibilidades de embarazo? Respondo siempre esta premisa: preparemos el acto con ternura y amor. Como decía mi compañera Eva Corujo: a la cama se llega con el amor hecho.

También las parejas que pasan por la infertilidad tienen que aprender a amarse en esta dimensión, recordando que nuestra vocación primera y última es el amor y no hay nada más contrario al amor que la posesión. En el momento en el que la unión es obligatoria en determinados días, entran en juego toda una serie de juicios, de murmuraciones hacia el otro.

He visto incluso parejas no poder mantener relaciones a causa de la presión que sentían en esos días fértiles porque tenían que hacerlo sí o sí. Entiendo que cuando sufrimos, podemos equivocarnos —y quien me conoce sabe que intento visibilizar la infertilidad desde hace muchos años—. El sufrimiento nos lleva a hacer cosas que ni siquiera nos habíamos pensado antes.

Con este post lo que quiero es hacer un llamamiento a quien está pasando por este valle de lágrimas que es la infertilidad y recordarle que el matrimonio es ya una familia, incluso si no vienen los hijos; y que, por encima de todo, mi salvación irá de la mano de mi marido. Cultivemos nuestro matrimonio y respetémonos con amor sincero.

Escrito por: Ana María Ramírez, matrona especializada en fertilidad natural, instructora del modelo Creighton y colaboro con la Naprotecnología desde el 2013. Además soy IBCLC que quiere decir consultora internacional de lactancia materna, vía amfuerte.com

 

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