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No soy profeta pero este tema va a sonar para siempre ¿Por qué? Porque ha sonado siempre, porque toca la tecla más simple y poderosa del corazón humano: el ansia irreprimible de felicidad por sobre todo, a pesar de todo, con todo, venciendo todo lo que se le oponga, elevándose sobre todo lo que la quiere acallar, simple como un aplauso, ridícula y loca pero hondamente realista, se puede cantar en cualquier parte, se repite como un mantra, es de niños y de viejos, de tristes y de alegres, de gordos y flacos, de enfermos y sanos, de gente que se resiste con uñas y dientes a la tristeza, que se aferra a la esperanza aún en las peores desgracias y por eso canta, baila y es libre. 

Y escuchándola me doy cuenta de que soy sonso como esta canción, que siempre lo fui, que por eso me conmueve y me levanta como un buen café en la mañana, como la mirada de mis hijos, como la risa de quien me escucha un chiste, como la terquedad de un niño que quiere aprender a caminar, como la palmada con ritmo de negro que uno da aunque se sienta como en una habitación sin techo, como uno que aunque escuche todas las malas noticias posibles insiste en salir adelante, como quien recuerda toda su historia derrepente y se alegra porque a pesar de todo lo sufrido sigue vivo y se emociona de la ternura que encontró, de la bondad que lo sostuvo siempre, como la vida misma en cualquier parte que se encuentre, como los dulces dolores que el amor nos deja en la memoria y desde allí nos llenan de vida una y otra vez. 

Es entonces que, como siempre, me encuentro conque ya se había dicho: “aunque el olivo olvida su aceituna y no quedan vacas en el establo, yo exhultaré en mi Dios”.

 

 

Por Mag. José Manuel Rodríguez Canales
Director Académico del Instituto para el Matrimonio y la Familia – http://roncuaz.blogspot.com/

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